1) Generar alianzas con las instituciones educativas de las veredas.
2) Promover la participación de los/as estudiantes de las instituciones en temas de prevención de violencia intrafamiliar, consumo de sustancias psicoactivas y promoción de la salud mental.
3) Abordar conceptos, causas, consecuencias, factores protectores y de riesgo de la violencia intrafamiliar.
4) Prevención de consumo de sustancias psicoactivas en adolescentes.
5) Identificación de casos en los estudiantes sobre problemas de salud mental por baja autoestima, depresión y ansiedad, entre otros.
Estas acciones han aumentado el conocimiento sobre la prevención y atención de violencias, el autocuidado y el reconocimiento de las fortalezas individuales y familiares.
En este sentido, además de contribuir al bienestar individual, familiar y comunitario, la práctica profesional ha fortalecido las competencias de las futuras trabajadoras sociales. La articulación de las teorías y metodologías con la realidad, les ha permitido analizar los diferentes factores existentes y apostar por estrategias oportunas al contexto. Un contexto rural que requiere ser repensado con la participación activa de sus propias comunidades, donde cada actor sea protagonista del sueño comunitario que les une. He aquí el mayor reto: construir juntos/as escenarios que valgan la pena ser vividos y disfrutados de manera individual, grupal y comunitaria.
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