En un jardín de matorrales, entre hierbas y maleza, apareció como salida de la nada una rosa blanca. Era blanca como la nieve, sus pétalos parecían de terciopelo y el rocío de la mañana brillaba sobre sus hojas como cristales resplandecientes. Ella no podía verse, por eso no sabía lo bonita que era. Un día de mucho sol y calor, una joven paseaba por el jardín pensando cuántas cosas bonitas nos regala la Dios, cuando de pronto vio una rosa blanca en una parte olvidada del jardín, que empezaba a marchitarse.
La joven la llevó a su casa. Con todo su amor, puso la rosa marchita en agua, en un lindo jarrón de cristal de colores, y lo acercó a la ventana. La dejaré aquí, pensó, porque así le llegará la luz del sol. Lo que la joven no sabía es que su reflejo en la ventana mostraba a la rosa un retrato de ella misma que jamás había llegado a conocer.
- ¿Esta soy yo? Pensó la rosa. Poco a poco, sus hojas inclinadas hacia el suelo se fueron enderezando y miraban de nuevo hacia el sol y así, lentamente, fue recuperando su estilizada silueta. Cuando ya estuvo totalmente restablecida vio, mirándose al cristal, que era una hermosa flor, y pensó: ¡Vaya! Hasta ahora no me he dado cuenta de quién era, ¿cómo he podido estar tan
ciega? La rosa descubrió que había pasado sus días sin apreciar su belleza. Sin
mirarse bien a sí misma para saber quién era en realidad.
REFLEXIÓN
En muchas oportunidades llenamos nuestra vida de demasiadas cosas externas y nos olvidamos de nosotros mismos, de nuestra belleza, nuestra dignidad, de lo mucho que valemos como personas y el papel tan especial que tenemos dentro de la creación.
El verdadero y auténtico amor es el que tenemos hacia nosotros mismos, de éste, florece el amor que expresamos hacia los demás. Es necesario olvidarnos del mundo por un instante y colocar toda la atención en nuestra vida, solo así estaremos frente al espejo de mi propio “YO” y sabremos lo mucho que valemos, acrecentaremos la autoestima y así como la rosa podremos exclamar ¡vaya! Hasta ahora me doy cuenta de quién soy, ¿cómo he podido estar tan
ciega(o)?
Recuerda: “NO permitas que te hagan sentir menos de lo que eres. NO permitas que el mundo y los demás marchiten la belleza que hay en ti. Tú vales más de lo que crees y brillas más de lo que te imaginas”.
Carlos Eduardo Castiblanco Sierra
Capellán