epifanías de poesía, silencio y contemplación.
Entrelazamientos y mosaicos,
cromáticos, aromáticos y sonoros;
agitadores de emociones duraderas.
Ahí, agua cristalina; callada y rumorosa,
cómplice de la abundancia, la exuberancia
la belleza y la diferencia imponentes.
Ahí, agricultura campesina;
estampada con arte,
transformadora de energía vital natural
en comida sagrada.
Y ahí, el hogar rural
mágico y real
fugaz y perenne.
Ahí nosotros,
esculpidos y domesticados por las plantas,
solamente con desafíos, oportunidades y posibilidades infinitas.